Restaurante Atrio

sábado, 5 de octubre de 2013

Cultura gastronómica

Opinión

El otro día, en una amena cena con amigas en el restaurante Aldebarán de Badajoz, tuve la misma sensación que hace no mucho tiempo en un contexto similar, pena. Pena por constatar una vez más la poca afluencia de público en esa hermosa sala. Ausencia extrapolable a otras sufridas salas de otros tantos restaurantes de la ciudad que un día apostaron mucho por una idea que girara entorno a la gastronomía (Extremeña o no).

Esta sensación no fue producto de mi insensibilidad por concluir que quizás esa ausencia de público era consecuencia de las actuales dificultades que la mayoría de extremeños padecen en la actualidad, ya que esto viene de lejos.

Quizás en esta tierra también estamos en la cola en esto de ir más allá de quedar con tu pareja u amigos/as para disfrutar de unas excelentes raciones o menú del día, ya que en esto y a pesar del evidente descenso de su consumo aún se sigue haciendo y viendo.
Es posible (al menos mi opinión) que en esta tierra falte también cultura gastronómica que nos permita discernir entre lo bueno de lo excelente, entre lo bueno y lo mediocre.

¿Cómo se explica que la inmensa mayoría de personas que viven en nuestra comunidad autónoma no conozcan templos gastronómicos como el restaurante Atrio de Cáceres? No me refiero a haber degustado un menú en este restaurante, ya que supone posiblemente algo prohibitivo para la mayoría de bolsillos, sino simplemente saber que a muy pocos kilómetros, se encuentra uno de los mejores restaurantes de España dirigido por un reconocido chef de la tierra que lleva décadas defendiendo y difundiendo los productos extremeños. No es entendible.

Como no es entendible que Extremadura acumule la ridícula cifra de dos estrellas Michelín (ambas del restaurante Atrio), o sí. El problema no radica en el producto, ya que lo tenemos y de alta calidad en muchos casos, sino en la ausencia de consumo. Si no hay consumo no se invierte. Creo que ésta ha sido una de las causas más importantes de muchos fracasos empresariales en el ámbito de la restauración (y puede que la causa determinante para que muchos proyectos funcionando en la actualidad dejen de hacerlo si la situación no cambia).
Evidentemente y como expresaba antes, la alta restauración no es accesible a todos los bolsillos, aunque sí creo que es accesible a muchos más bolsillos de lo que pensamos. En muchos casos es una cuestión de actitud y preferencias. Por ejemplo, puedo cambiar tres alcohólicas salidas nocturnas por una emocionante experiencia en el Atrio.  


Valgan todas estas críticas y autocríticas para cambiar el rumbo; informarnos, aprender, defender y difundir todo lo relacionado con la gastronomía de nuestro entorno.

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